Cada 28 de octubre , de una manera muy sentida, Cuba rinde homenaje ,a lo
largo de todo el país ,al legendario jefe guerrillero Camilo Cienfuegos
Gorriarán.
Ese día de 1959 el querido combatiente se perdió en el mar, la
avioneta en que viajaba de Camagüey a La Habana se extravió a causa del
mal tiempo y desapareció sin dejar rastro.
Como muestra de que ese buen hombre vive eternamente en el corazón de su pueblo,
en esta fecha, los cubanos, principalmente los niños, lanzan una flor al mar o
también a ríos, presas, arroyos y lagunas, en simbólico gesto de cariño.
El tributo para quien sumaba amigos con facilidad, por su carácter
jovial y cualidades extraordinarias, no es casual.
Es ofrenda de amor al revolucionario de franca sonrisa que
pronto alcanzó el mérito de ser una de las figuras emblemáticas de la
Revolución Cubana.
Corta pero fecunda vida
Camilo Cienfuegos nace en la barriada capitalina de Lawton, el 6 de febrero
de 1932, de familia humilde. Quizás por ello comprendió que
el entorno social de su Patria requería acciones para salir de la explotación
en que vivía.
A ese objetivo dedicó sus mayores esfuerzos. Entre las más
interesantes vivencias figuran las de ser Expedicionario del Yate Granma,
fundador del Ejército Rebelde y uno de los jefes principales durante la
Guerra de Liberación Nacional contra la dictadura de Batista.
Por esa condición de ser el primero, mereció que lo llamaron el
Señor de la Vanguardia.
Con valor y audacia cumplió importantes misiones en el desarrollo de
la guerra. En 1958 fue ascendido al grado de Comandante, el más alto de la
guerrilla.
Junto al comandante Ernesto Che Guevara, protagonizó la Invasión de Oriente
a Occidente y la campaña en la antigua provincia de Las Villas, donde
espontáneamente le otorgaron el título de Héroe de Yaguajay.
Luego del triunfo de la Revolución en 1959, durante los pocos
meses que vivió ,desempeñó significativas responsabilidades.
A 54 años de su desaparición física , Camilo nos sigue acompañando
con la sonrisa sincera, la firmeza para continuar su obra, el
valor para defenderla y la convicción de que seguirá viviendo en el
pueblo, porque en él se sembró para siempre.