La realidad de que nuestro país cerró el 2012 con una tasa de mortalidad infantil de 4,6 por cada mil nacidos vivos, la más baja del continente americano, nos hace ratificar el orgulloso por las conquistas alcanzadas.
Lejos están estos números de ser cifras frías. Detrás de ellas hay mucha calidez y representan bienestar y satisfacción en las familias cubanas.
No es casual ni obra de milagro que durante cinco años consecutivos este indicador se mantenga por debajo de cinco en un país pequeño, pobre y además bloqueado por una potencia, donde paradójicamente millones de niños carecen de cobertura sanitaria.
Para regocijo de todos, priman como aspectos inobjetables en el éxito, la calidad, nivel científico y consagración del personal médico y para médico, el esfuerzo de directivos y la voluntad y decisión del Gobierno de mantener un sistema sanitario gratuito para toda la población.
Igualmente reconocidos son el desvelo de los trabajadores del sector, la labor de los centros asistenciales e instituciones de atención primaria y organizaciones de la sociedad, donde la vida es el primero de los derechos humanos.
Ello reafirma que el resultado no es un hecho aislado, en él están implícitos también, además del compromiso del Estado, la participación comunitaria , los conocimientos adquiridos por la población, las campañas de promoción y prevención y el amplio programa de vacunación que abarca a todos los niños.
El privilegio que merecen
Aunque para nosotros resulta cotidiano, la prioridad que tienen las gestantes en nuestra sociedad es excepcional, y se sustenta en estrategias de carácter humano y justeza social para proteger a la madre y al niño.
Desde las primeras semanas las embarazadas reciben una rigurosa atención y seguimiento mediante las consultas prenatal.Las que presentan algún problema tienen a su alcance los hogares maternos donde sin costo alguno se les brinda apoyo nutricional y un programa de educación para la salud.
A todas se les realizan exámenes de diagnóstico para evitar enfermedades graves en los futuros hijos o detectar malformaciones congénitas, lo que constituye tranquilidad para madres y padres.
Es imposible en poco espacio detallar cuanto amor, arrojo y recursos dedica la sociedad cubana a la salud , el bienestar y la sonrisa de un infante:Otro esfuerzo común por una niñez sana.
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