Nos separan escasas horas del nuevo año. El 2012 pasa a ser historia: dos acontecimientos que distinguen a diciembre como el mes más bonito.
Es momento de nostalgia por el adiós y de dicha por las metas alcanzadas. Pueden ser, el hijo que obtuvo las mejores notas; la llegada a la Universidad; el cumplimiento de una misión internacionalista; el inicio de la vida laboral; y el sublime estreno como padre o madre, cúspide del amor.
No todo fue perfecto, pero sobran irrefutables muestras de garantía para afirmar que el 2012 fue un paso de avance para el país.
Marcaron pauta el programa de atención a los adultos de la tercera edad; el 4,6 de mortalidad infantil; derecho al trabajo, a la educación, a la asistencia social, y al deporte y la cultura.
Al 2013 llegamos con ímpetu renovado para asumir un período que demandará amor y persistencia.
Sometidos a un bloqueo, cuyo impacto económico asciende a millones de dólares, nuestra actitud no admite alternativas, tiene que ser de arrojo, trabajo consciente y eficiencia, para preservar la obra que hemos creado y por tanto, nos pertenece.
Los cubanos no entendemos de adversidades, ante ellas nos crecemos. Nadie nos puede quitar la sonrisa, ni que le tendamos la mano a quien lo necesita.
Continuaremos con la actualización del modelo socioeconómico, seguirá en ascenso el trabajo por cuenta propia y nuestras voces se alzarán, hasta lo más alto, por el reclamo de los Cinco compatriotas retenidos injustamente en Estados Unidos.
La coincidencia del primer día del año con el aniversario 54 del Triunfo de la Revolución, es motivo para festejar, ese es el ambiente que se respira en centros de trabajo, calles y hasta en la propia casa, con preparativos para pasarla en grande.
Si bien es cierto que no contamos con abundantes recursos, nos sobran motivaciones, alegría y fuerzas para hacer de la fiesta de fin de año, el tradicional momento que reúne a familiares, vecinos y amistades en un brindis por la salud, la prosperidad y la vida.
Es el instante de los besos, los abrazos, las llamadas para felicitar a amigos y desearles imprimir nuevos soplos a lo cotidiano.
Cada familia cubana reserva los mejores adobos, elabora exquisitos platos y variados postres, que brinda con placer a visitantes, y hasta comparte con quien tiene menos posibilidades. ¡Hay algo más hermoso que esa solidaridad!.
Así de especial es el último día de diciembre en Cuba, cuando reafirmamos el orgullo de ser y sentir “A lo cubano”, y de vivir en “la tierra más hermosa”.
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