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Antes que el sol caliente, decenas de abuelas y abuelos ocupan la amplia instalación para realizar ejercicios de taichi, milenario arte marcial chino, cuya práctica suma cada vez más adictos en Cuba.
Dados a la felicidad de vivir, ciudadanos mayores de 60 años, fundamentalmente, dedican espacio de su tiempo libre a una actividad con probados beneficios para salud física y mental del individuo.
Cuando el astro rey declina, en otras plazas públicas de la ciudad vueltabajera, también personas de la tercera edad, desafían la vejez con ejercicios, giros y movimientos suaves y armoniosos que contribuyen al bienestar y la vitalidad.
Nada de milagro
Mery y Xiomara, mis vecinas, hace tres años se incorporaron al Taichi. Desde entonces hay un cambio notable en sus vidas. Atrás quedó el estrés e incrementaron el ánimo y la fuerza.
Ambas, ya jubiladas, realizan los quehaceres del hogar, hacen mandados, y otras diligencias que contrastan con la edad.
Según ellas, gracias al Taichi, mejoró su calidad de vida.
Fuente de salud y vida.
Materiales consultados indican, que la practica sistemática favorece la concentración, las funciones respiratorias y cardiovasculares, además de fortalecer los músculos y articulaciones.
Contribuye a controlar la hipertensión arterial, la Diabetes millitus y el Asma bronquital, entre otras dolencias.
Todo ello es razón poderosa para apropiarnos del milenario Taichí, máxime si tenemos en cuenta el acelerado proceso de envejecimiento poblacional en Cuba.
No es de asombrarse entonces, que tanto al amanecer como en las tardes, veamos a adultos mayores imprimiéndole “juventud” a la vejez.
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