El Día Internacional del Estudiante constituye en Cuba una jornada de fiesta que los jóvenes disfrutan a plenitud, de diferentes maneras.
El acercamiento a los libros, a la buena música, al deporte, el baile y la cultura en general hace de la fecha un momento especial de júbilo, y además de compromiso con el presente y el futuro que también les pertenece.
El 17 de noviembre amanecerá bien temprano para el estudiantado pinareño, que prevé para la ocasión matutinos especiales, concursos, visitas a museos, acampadas y como la cardinal actividad el Festival del Libro y la Literatura.
Leer es crecer. En tal sentido todos los centros de la enseñanza superior del país, reconocerán del 15 al 17 a ese insustituible amigo que nos da sabiduría, entretenimiento, placer y vida.
Durante la celebración de la efeméride la fuerza juvenil, tradicionalmente decisiva en las transformaciones sociales del país, vuelve a escribir hoy una admirable página de justicia, al izar su voz por la liberación de nuestros héroes prisioneros del Imperio.
Este acto de entereza, patriotismo y amor nos recuerda la dignidad de un grupo de jóvenes que decididos a liberar su tierra natal del yugo hitleriano escenificó una memorable resistencia en las calles de Praga.
En honor a ese meritorio gesto protagonizado el 17 de noviembre de 1939 el Consejo Estudiantil Internacional, declaró el Día Internacional del estudiante.
Nuestros jóvenes asumen otras misiones muy diferentes a los sucesos ocurridos en Checoslovaquia: el estudio es su principal arma de combate en la lucha por la paz, el progreso y el mundo mejor que todos deseamos.
Con igual vehemencia saborean la mejor etapa de la vida, donde sueños y amor son remolino avaricioso que vuela y construye.
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