Lo conozco hace bastante. La figura poco robusta, refleja a un hombre incapaz de llevar el peso de muchas responsabilidades.
Sin embargo, el tiempo reveló en Juan González Iglesias, mi vecino, una feliz paradoja.
Su fortaleza está en las ideas, en la voluntad y en el corazón, ímpetu que llevó al Comité de Defensa de la Revolución (CDR) número siete Pepe Portilla, de la capital pinareña, del cual fue presidente durante 25 años.
Nada era mucho trabajo para este revolucionario de convicción, combatiente de la lucha clandestina .La entrega a causas justas, humanas y dignas es parte de su vida misma.
No hubo obstáculos para hacer crecer el comité, estar al frente del núcleo del Partido en su zona de residencia y desempeñarse como vicedirector de ciencia y técnica en el Sectorial de Comercio Interior, en Vueltabajo.
Con gran espíritu, envidiable a su edad, lo vimos organizar el trabajo voluntario en la cuadra, sumar donaciones de sangre ,al tanto de la recogida de materias primas, y algo muy importante, mantener la vigilancia en la cuadra y la unidad de la familia.
Diligente fue en cada ocasión, para desde el barrio, apoyar el proceso eleccionario del Poder Popular y unir voces por el reclamo de los Cinco héroes prisioneros del Imperio.
Llegó el momento, en que serios problemas familiares le impidieron continuar al frente del CDR. Con sencillez y honestidad cedió su lugar a un joven, que tiene de él la enseñanza y el ejemplo como banderas.
Esa noche reunidos, la aprobación fue unánime y razonable, el reconocimiento merecido y los bríos para continuar a la vanguardia, seguros.
Juanito, como le decimos todos, sigue aquí, con sus cederistas y nosotros a la cobija del siempre Presidente.
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