Entereza y valentía en el combate, peculiar sensibilidad por el arte y patriota
de talla excepcional, definen a Juan
Almeida Bosque como el hombre excepcional que fue.
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Con esa convicción, se une a los que combaten contra la
dictadura de Fulgencio Batista y se vincula a Fidel Castro, ambos establecieron
una buena amistad que los acompañó hasta el último instante de la vida de
Almeida.
“No sabía, ni tampoco nosotros, cuánta tristeza nos
traería la noticia de su ausencia física”.
Así lo señaló el jefe de la Revolución en sus reflexiones, en ocasión del deceso de
quien permaneció siempre junto a él en
la primera línea de combate.
Para Fidel, como él mismo ha dicho, constituyó un privilegio conocer aquel joven negro, obrero,
combativo, que sucesivamente fue jefe de célula revolucionaria, combatiente del
Moncada, compañero de prisión, expedicionario del Granma, oficial del Ejército
Rebelde y Comandante del Tercer Frente
Guerrillero.
Luego del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959
sus cualidades de héroe se hicieron sentir igualmente en las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, en el Partido, el Gobierno, la Asociación de Combatientes de
la Revolución Cubana y en cuanta misión le fue encomendada.
Nada de contradictorio hay entre el combatiente con coraje en las venas y el intelectual con
música en el alma.
Hoy, en el cuarto
aniversario de su muerte tararear sus canciones y reafirmar la histórica frase de Alegría de
Pío ¡Aquí no se rinde nadie! es el mejor homenaje al Comandante de la
Revolución Juan Almeida Bosque, hombre corajudo y de exquisita sensibilidad
humana.
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