domingo, 11 de enero de 2015

La querida Celia




Los que conocimos de su sencillez, humanismo, firmeza  y amor por el  pueblo, sabemos  bien que la muerte no acabó con la vida de la heroína cubana Celia Sánchez Manduley, aquel 11 de enero de 1980.

 Algo lógico para una mujer que impregnó ímpetu, belleza y  ternura  a  toda labor que desarrolló.

Fue  la niña activa y con peculiar manera de querer a los demás; la joven que de sus ahorros repartía juguetes el día de reyes; la martiana que amó las flores, la naturaleza y con igual vehemencia la justicia.

Sensibilidad y rebeldía: complicidad admirable.

 Integró el Movimiento 26 de Julio, fue la primera mujer en incorporarse al Ejército Rebelde y por tanto, a la lucha guerrillera en la Sierra Maestra. Ganó  el calificativo de  heroína de la Sierra y el llano.

Tenía un corazón grande .Estaba  al lado de los necesitados, ayudaba a resolver cualquier situación, siempre preocupada por los problemas humanos y el bienestar de todos. 

Luego del  triunfo de 1959 desempeñó con tesón importantes tareas en distintas esferas, porque no hubo para esta patriota mayor pasión que la Revolución que  ayudó a forjar.

A ella y a la defensa de sus ideas se  entregó en cuerpo y alma, hasta el último minuto de su vida. 

Para esta revolucionaria, nacida en Media Luna, antigua provincia de Oriente, no había descanso. Fue testigo excepcional de todos los momentos significativos y de las obras emprendidas después del triunfo del primero de enero de 1959.

Demostró siempre infinita lealtad a Fidel y dejó en el pueblo  una estela de simpatía y cariño. 

A 35 años de su deceso, renace cada día en escuelas, hospitales, círculos infantiles, museos y en el bregar cotidiano. Vive más desde que murió.


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