martes, 16 de junio de 2015

Los periodistas Made In SINA no los necesita Cuba.

A la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana le ha dado por impartir cursos de periodismo con el dinero de los contribuyentes, a cubanos que no estudiaron la carrera y probablemente no esté en su vocación, pero les puede reportar ganancias en los medios anticubanos.



Quizás en algún país latinoamericano la iniciativa sea aplaudida, es probable que los propios norteamericanos, cuyo dinero se utiliza indebidamente, no entiendan por qué Cuba se opone y eso es necesario aclararlo.

Por qué esas autoridades diplomáticas  no se acercan a las instituciones oficiales cubanas, a los centros académicos y entre los programas de intercambio establecen la superación de verdaderos periodistas, con su currículo,  que puedan acreditar estudios, sean de medios nacionales, provinciales o internacionales cubanos, aunque en ellos matriculen algunos que estén titulados pero no reconocidos por el Estado, como una de cal y otra de arena.

Sencillamente porque lo que están formando, más que periodistas, son quintacolumnistas, lo que en el argot moderno se traduciría como subversivos, porque llevan medio siglo tratando de demostrar al pueblo norteamericano que los cubanos de adentro de la Isla quieren derrocar su propio gobierno.

Los chupatintas de Miami, los escribidores de tonterías en Madrid, Paris o en algunas capitales latinoamericanas no resultan creíbles, la gran prensa de Estados Unidos, donde no le dan cabida a los mercenaritos, tampoco son creíbles, entonces han querido formar un “periodista de nuevo tipo” hecho en Cuba, pero no en una Universidad, sino en un recinto diplomático que debería dedicarse a otras cosas menos a eso.

El periodismo que se enseña en la SINA debe estar concebido con las mejores técnicas de la profesión en Norteamérica, a partir de los talentos y personas más capaces, pero con altas dosis de crónica roja, periodismo amarillista, con altos contenidos sensacionalistas, apegados a las verdades a medias, la desinformación y llegado el caso, sin despreciar ningún recurso, usando hasta la mentira.

Si un ciudadano medio de Nueva York pudiera comparar como trata un tema la prensa cubana y el mismo asunto estos gacetilleros de ocasión, comprenderán cuanta distancia hay entre un tipo de periodismo y otro.
No es un problema de gustos, es de conceptos; lo que escriben los llamados independientes, palabrita que denigra a los verdaderos Freelance  de la profesión, es para derrocar un gobierno soberano, constituido sobre bases legales y éticas.

Los supuestos “independientes” de la SINA tratan a los cubanos de a pie como cosas, se burlan de su inteligencia y la mejor manera de saberlo es que escriben en publicaciones abiertamente contrarrevolucionarias que ofenden el sentido común.

Estos individuos han abordado temas en los que convierten a una humilde familia disfuncional en un grupo de ciudadanos execrables, faltándoles el respeto, violando la elemental ética e incluso profanando a uno de sus miembros, muerto en una honrosa misión, pero que además fue reconocido como un honesto trabajador, un defensor de su país, independientemente de cualquier tipo de preferencia sexual, que no era lo más importante para sindicar a un humano.

Esos mismos asalariados del imperio –y bien les valga el sobrenombre- de manera impúdica convierten un lamentable homicidio, que estaba bajo investigación policial, en un oscuro acto de consecuencias políticas, en que la forma en que lo novelaron no deja claro si el Estado estuvo involucrado. Es acaso por carencia de conocimientos, no señores, por simple mala fe.

¿Acaso la SINA ha tenido el mínimo interés en monitorear lo que escriben sus becarios? ¿Ellos permitirían que una embajada extranjera en Washington impartiera esos cursos a nacionales para denigrar de los principios fundacionales de la Unión Americana, para promover la subversión, para instigar al fanatismo religioso o para importar ideas contrarias a las buenas costumbres norteamericanas?.

Eso tendría sin cuidado a publicaciones como New York Times, Washington Post y otros muchos, pero no sería indiferente para la Agencia de Seguridad Nacional, para la Procuraduría General  ni para los ciudadanos estadounidenses que aman su país.

Esa es la diferencia del periodismo que quiere introducir la SINA en Cuba, con el que realmente realiza el país.

Llamarlo periodistas independientes es una ofensa a la profesión, porque hay muchos enemigos de la Revolución que escriben a partir de sus principios, aunque sean contrarios, pero con un apego al respeto que aunque no se acepten sus propuestas, se evalúan y se estiman y después al final se rechazan.(blog Con la guangua andando).

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