miércoles, 16 de noviembre de 2011

El 17 de noviembre amanecerá bien temprano.

El Día Internacional del Estudiante constituye en Cuba una jornada de fiesta  que los jóvenes disfrutan a plenitud, de diferentes maneras.
El acercamiento a los libros, a la buena música, al  deporte, el baile  y  la cultura  en general hace de la fecha un momento especial de júbilo, y además de compromiso con el  presente y   el futuro que también   les pertenece.
El 17 de noviembre   amanecerá bien  temprano para el estudiantado pinareño, que prevé para la ocasión matutinos especiales, concursos, visitas a museos, acampadas y como la cardinal actividad el Festival del Libro y la Literatura.
 Leer es crecer. En tal sentido todos los centros de la enseñanza superior del país, reconocerán del 15 al 17    a ese  insustituible amigo que nos da sabiduría,  entretenimiento, placer  y  vida.
Durante la celebración de la efeméride la  fuerza juvenil, tradicionalmente decisiva en las   transformaciones sociales del  país, vuelve a escribir  hoy una admirable página de justicia, al izar su voz por la liberación de nuestros héroes prisioneros del Imperio.
Este acto de entereza, patriotismo y amor   nos recuerda la dignidad de un grupo de jóvenes  que decididos a liberar  su tierra natal del yugo hitleriano escenificó una memorable resistencia en las calles de Praga.
En honor a ese meritorio gesto protagonizado el 17 de noviembre de 1939 el Consejo Estudiantil Internacional,  declaró el Día Internacional del estudiante.
Nuestros jóvenes asumen otras misiones muy diferentes a los sucesos ocurridos en Checoslovaquia: el estudio es su principal arma de combate en la lucha por la paz, el progreso y el mundo mejor que todos deseamos.
Con igual vehemencia saborean la mejor etapa de la vida, donde  sueños y  amor son  remolino avaricioso que vuela y construye.

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