lunes, 14 de noviembre de 2011

El maestro que llevo en el corazón


A Rafael  María de Mendive, lo tengo presente desde que aprendí las primeras letras y  con ellas a conocer  un verdadero maestro de  profundas ideas patrióticas.

En la escuela que lleva su nombre en la capital de Pinar del Río comencé a amar a este cubano, como le decía su discípulo  mayor, nuestro apóstol José Martí. Desde entonces sembró en mí   ejemplo de hombre culto  y eminente educador.

Quien si no una persona de cualidades excelsas  como él podía  transmitir al hombre de la Edad de Oro virtudes   que éste  después  engrandeció como la dignidad, el decoro y la justicia, prédicas  que acompañaron a Martí durante su existencia.

En la formación ética y patriótica de nuestro Héroe Nacional fueron indelebles  las huellas de Mendive, quien se convirtió en padre espiritual y le costeó los estudios hasta el bachillerato.

Lo nutrió de sentimientos  nobles como la preocupación por los humildes y el apego a la libertad.  En recompensa fue Martí el más grande pensador político hispanoamericano del sigo XIX.

De su pedagogo  nuestro Héroe Nacional escribió: "Y ¿cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno y nuevo que pudiera yo decir de aquel enamorado de la belleza, que la quería en las letras como en las cosas de la vida, y no escribió jamás sino sobre verdades de su corazón o sobre penas de la Patria?”.

Revelador de lo hermoso en su escritura  es el poema  “La Gota de Rocío”, tan sublime como el sereno que moja cada amanecer.

¡Cuán bella en la pluma sedosa de un ave,  escarcha
O en pétalo suave,
De nítida flor,
Titila en las noches serenas de estío
La diáfana gota de leve rocío
Cual vívida estrella de un cielo de amor!

Mendive nació en La Habana el 24 de octubre de 1821, de niño sintió el dolor de perder a  sus padres, pena que no obstaculizó  una vasta  instrucción.

Con motivo de  manifestaciones revolucionarias en el teatro  Villanueva, Rafael María de Mendive es encarcelado por ser su casa centro de reuniones patrióticas.

Posteriormente parte a España, a cumplir condena de destierro que le impuso un Consejo de Guerra. Viaja a New York donde continúa alentando la causa separatista y regresa a Cuba al firmarse el Pacto del Zanjón.

El 24 de noviembre de 1886 muere, a causa de una enfermedad.

Hoy en el pensamiento está mi escuela primaria, donde me enseñaron  a amar a un hombre  grande.

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