lunes, 8 de julio de 2013

Isabel Rubio,la Capitana de Occidente.



Isabel, la Capitana de Occidente.

Cada cumpleaños  es acicate para recordar  aquella mujer de arrogante figura y simpatía natural, que  sacrificó hasta su propia vida por la independencia de  Cuba.

El 8 de julio 1837, el poblado de Paso Real de Guane,  en Pinar del Río creció con el natalicio de quien fuera   una de sus más encumbradas hijas.

El tiempo abonó a Isabel Rubio Díaz como la Capitana de Occidente, la insigne patriota,  cuyo ejemplo está presente en  las causas  justas, valientes, revolucionarias  y humanas, que como ella,  defienden  hoy las féminas cubanas. 

Desde niña sufrió la dureza  de la vida, cuando a los seis años perdió a su madre y posteriormente, en la juventud, a varios de sus hijos.

Ni el dolor más fuerte la alejó del afán de luchar por la independencia de la Patria.
Muestra de ello es la activa participación que tuvo en las acciones conspirativas contra el colonialismo español.

Su hogar colmado de amor, bondades y  e ideales patrios,  abrió siempre las puertas a  los necesitados  .Fue además,  el mayor centro de conspiración de la provincia.

Para esta defensora, de méritos extraordinarios, constituyó  honor  que el propio Antonio Maceo le confiriera el grado de Capitana de Sanidad del Ejército Libertador. Decide entonces incorporarse a las tropas insurrectas.

Instaló un hospital de campaña en el occidente de la provincia y luego cumplió la orden de traslado hacia el centro de la provincia.

 Curó a los valientes mambises, puso a  disposición de ellos  los medicamentos que poseía, acudió a plantas medicinales, y hasta convirtió en vendas ropas y sábanas.

El 12 de febrero de 1898 es descubierto el campamento mambí. Otra vez la bravura de esta cubana, ya sexagenaria, se hizo notar cuando en la puerta del rústico hospital llamaba al enemigo a no disparar, porque solo había niños, mujeres  y enfermos.

De nada valió, cae herida. Tres días después fallece la pinareña que demostró que detrás de una delicada mujer puede hallarse el más fuerte pilar.

Para ella no hay habrá nunca un adiós.




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